lunes, 23 de febrero de 2009

TODOS TENEMOS A NUESTRO HARRY POTTER.

Sin insultar la obra maestra J.K. Rowlling como es la del joven mago, creo fervientemente del hecho que cada uno de nosotros poseemos en alguna etapa de la vida a un Harry Potter, y, paralelamente sin restarle importancia a un Lord Voldemort.

Desafortunadamente no me he leído la historia, sólo he sido un fanático de las películas, de las cuales está próxima a salir "Harry Potter, El Misterio del Príncipe". No importándome este desafortunado suceso para poder dar una crítica o una opinión acertada, en una noche, como suele pasar muchas veces en la mente de las personas, antes de dormir se me cruzó una ocurrencia de cierta metáfora o analogía que puede salir de esta historia llena de imaginación británica. Donde los principales protagonistas como son: Harry Potter y Lord Voldemort, los cuales están entrelazados a lo largo de la historia con elementos que hacen que sus vidas estén en constante derroche de infortunios. Particularmente para el joven mago, han hecho que pueda relacionar a estos dos personajes con situaciones de vida que cualquiera ha sufrido a lo largo de su existencia.

Harry Potter = Uno mismo.

Lord Voldemort = A ese ser que nunca deseas recordar, ya que ha ocasionado un gran sufrimiento en tu vida, ya sea una relación amorosa o un ser amado que ha partido sin explicación, la traición de un amigo, etcétera.

Tengo entendido que al momento que Voldemort fue derrotado en la primera ocasión, éste había logrado repartir con anterioridad una parte de él en siete pedazos, los cuales le darían la posibilidad de volver a la vida. Uno de esos siete pedazos estaba en Harry Potter. Y uno de esos pedazos es también colocado a través del tiempo por personas que llegan a nuestra vida de manera simple o aparatosa, logrando así penetrar tanto… que sientes que eres parte de ella, y ella de ti. Saber que existen piezas que pueden atar tu vida con la de otra persona, es sin duda una película, pero sucede. La existencia de una foto que pueda llegar a atormentar tus recuerdos. Una canción que muchas veces escuchaste con esa persona. Un diario que ya no querrás continuar. O simplemente y el más difícil de todos, un corazón que por causas distintas a tú razón, no permite el desprendimiento de éste.

Así como en la película, ocurre también en la vida real. Las piezas que pueden ocasionar algún tipo de dolor son eliminadas en diferentes episodios de la vida, pero nunca en la primera escena, sería una falacia del hombre o escritor que diga que es posible este hecho. Hay que cumplir etapas, y esta eliminación paulatina es una de ellas. Pero uno no debe de caer en la preocupación de que tan largo es cada capítulo, ya que como dicen los papas: La carrera trae cansancio. También existen escenas largas y otras cortas.

No cabe duda que Harry Potter no hubiese logrado superar los infortunios, sino fuese con la ayuda de Ron, Hermione, Dumbledor y Sirius Black. Todos estos hacen parte de nuestra vida también; nuestros mejores amigos, nuestros padres, el adulto consejero que en ocasiones es un profesor de confianza, un amigo de trabajo, el líder espiritual de tu congregación religiosa, pero sin duda se debe tener en cuenta algo muy importante antes. Estos individuos deben ser personas moralmente intachables, poseedores de una sabiduría deslumbrante que realmente te ayude, la cual no te envíe a un pantano oscuro en donde pueda ardid pieza alguna.

A la vuelta de un tiempo no muy lejano, nos muestra que toda historia llega a su fin. Este precisamente no es como uno desearía… pero es. La lucha de supervivencia con el enemigo final se debe de librar con la frente en alto, con la no utilización de métodos ruines y mezquinos que puedan perjudicarnos a nosotros mismo, tanto emocional, física, espiritual y moralmente (este es el hecho de por qué Harry nunca utiliza un "Ada Kadabra"). Se debe librar una lucha que de antemano se reconozca claramente al vencedor, simplemente por la estirpe que posee. Donde el mismo público que también es el juez, seguramente y sin tapujos le dará la victoria. Y como sucedió en la historia de Harry Potter, éste nunca se vio forzado de usar un conjuro que acabe con el otro, sino que simplemente el antagonista dio su ponzoña para ser utilizada en sí mismo.

Así acaban todos…

Sé que al final del ejercicio, nosotros podremos estar cerca de cualquiera de estas piezas, y estas a la vez, no causándonos la más mínima e insignificante perturbación a nuestro andar.

Hoy se me viene a la mente lo dicho por Descartes – pienso luego existo –, éste sería el más grande castigo: olvidar su existencia. Donde el perdedor siempre sabrá que perdió mucho…

Ese será nuestro mejor premio.

NOTA: pienso leerle los libros a mis hijos cuando nazcan.


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