miércoles, 10 de junio de 2009

COMO OLVIDARTE

No hay que ir a la búsqueda de los recuerdos en aquellos anaqueles de la parte de atrás del cuarto de olvido, siempre… los he tenido en una repisa principal de mis memorias. Son gratos. Son únicos. Sin queja alguna, pero se quedó ésta historia sin un final.

- ¿Como estas mana? Mil felicitaciones por tu cumpleaños - dije.

- Gracias – respondió la cumplimentada.

- Veo que te vinieron a visitar en tu cumpleaño desde Europa. No lo puedo negar, ¡está… bellísima! Sin mencionar que ella sola brilla ésta noche. ¿Me la presentas manita?- No importándome las demás personas he buscado la mejor posición de visión en buscas de mi amazonas europea.

- Ahorita, en el trascurso de la noche - dijo

No le he escuchado su voz y ya me es encantadora, lasciva para mis sentidos se ha convertido. Disfruta como turista la belleza de la ciudad y de la noche, mis pupilas se contraen para verla mejor, ni el mejor de los lentes fotográficos habían visto lo que yo detallé, la sonrisa más hermosa, los ojos más cautivadores, sin mencionar el oro de su cabello, botín que desearía tener cualquier corsario; el compas de su cadera y la gran elevación en su pecho que no tienen que ser el Everest para desear alcanzarlo y ser el primero en sentir que se toca el cielo, sin olvidar que cualquier deidad desearía su piel. Hablando con uno de mis hermanos le pregunto por ella, le indago el que si sabe su nombre, sería imposible que la noche se acabase sin obtener dato alguno. Diciéndome él su nombre al oído se me ha grabado, sabía que su nombre era bíblico, de esos que la historia siempre recuerda y en las generaciones perdura. Así como quise recordar la noche. Las horas pasaban y no tenia acercamiento alguno a la turista que me había cautivado, únicamente la veía levitando, seguramente los ángeles no querían que tocara el suelo de los mortales, sugirieron seguir la fiesta en la casa de la cumplimentada, ya que el lugar de rumba se tenía que cerrar.

Al llegar a la casa de la cumplimentada, encendieron el equipo de sonido para seguir amenizando la noche. Las personas bailaron en la puerta sin preocupación alguna, la entrada de la casa se convirtió en pista de baile de esas que club social desearía tener, ella se encontraba sentada y no entendía por qué; ella no muerde. Nunca había sentido tanto valor y miedo alguno en el mismo momento, me levante a invitarla a bailar, a sabiendas de no saber bailar, lo hice. La distancia más corta entre dos puntos en una línea recta, esa fue la recta más larga de mi vida, siendo menos de diez metros.

-Hola- con vos temblorosa delaté mis nervios.

-Hola- respondió, siendo yo el despertar de los deseos carnales que nunca pensé tener.

-Me gustaría bailar contigo ¿si puedes?- pregunté.

-Claro- siendo la aceptación más hermosa que había escuchado, sin mencionar del perfecto español que manejaba esta turista.

Le tomé de la mano invitándola a la improvisada pista de baile. Afortunadamente iba a inician un canción, de esas que se deben de bailar pegados. Sentí la fragancia de su perfume, estoy completamente seguro que era su olor endógeno, simplemente único. Seguramente ese fue el quid de mi atracción a ella. Le conté penosamente el prefecto español que tenía.

- Que español tan claro tienes, pareces de acá y… ¿de dónde eres? - le dije y sin dejarle responder pregunte nuevamente.

- Soy de acá - respondió entre risas.

-¡No te puedo creer! mujer así como tú no se ven acá. Abría jurado que tu origen era escandinavo- exclamé con el mayor de los asombros.

-¿Por qué tu asombro?- preguntaste.

-Tu belleza es sin ningún igual- dije seis palabra que son las puntas de dicha estrella, que no creo haber dicho con anterioridad.

El silencio se hizo presente, sin olvidar que mis pasos supieron marcar el ritmo. El alba demarco el finalizar la canción, pero la luz no caía en su rostro, la acariciaba. Ya cual hidalgo héroe la invité a salir ese mismo día, sugiriendo una piscina; la cumplimentada hacia parte de la invitación cual celestina. Donde su rostro con una caída de mirada me respondió de manera positiva.

Al salir ese día, el cual se pasó supremamente rápido, como si estuviese guardándose lo mejor para la noche, llegamos a la casa, eran las 9:27 p.m. y me pediste un baño prestado, y el de mis papás fue el indicado, área que por santa controla cualquier demonio lujurioso que desee salir. En la ruta a él te acompañé. Pero al salir tú de allí, el Olimpo de mis padres se convirtió en el templo de Afrodita, y el beso más bello encontré. Desde ese instante, supe que era tocar el cielo sin subir el Everest.

Miro en mi repisa constantemente dos recuerdos. El primero, es nuestro primer día de amor y amista, te veías fascinantemente hermosa, y cómo olvidar el final de esa noche, llegamos a mi casa, subimos al cuarto, hicimos el amor y al levantarme me diste el piropo más grande que un hombre recibe; tenías puesta mi camisa manga larga del día anterior y, tú sin ropa tuya alguna debajo de esas rayas blancas, azules y rojas. Sentí la emoción de un quinceañero al llevarte a casa, tus padres te iban a regañar, sin pasar el detalle de que debas llegar con ropa adecuada; te cambiante en el vehículo.

Y el segundo recuerdo es el partido de futbol más bello que he visto con persona alguna, eras la ganadora de este partido (mi vida), tenía la tribuna de su parte (a mi), el árbitro estaba de su lado (mis pensamientos) y, la mejor formación que podía tener grupo alguno (tu cuerpo) la tenias tú.

¡Siempre…! te recuerdo.

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